En la celebración eucarística se lee la Pasión del Evangelio de San Marcos (Mc 15,1-39). Marcos desarrolla con amplitud el relato de la pasión del Mesías, que se entrega por amor a los hombres y por fidelidad al Padre. Marcos nos acerca más al Siervo Sufriente, que expresa el don de salvación que se ofrece a todos. Al final el centurión romano reconocerá quién es realmente Jesús: “Realmente este hombre era Hijo de Dios”. En ese drama de Jerusalén, se condensa y se desencadena la salvación nuestra: Todo por nosotros. Todo por amor, Todo por mí. Y San Mateo quiere manifestar a la comunidad que en Jesucristo se cumplen todas las Escrituras del Antiguo Testamento.
“Señor, danos actitudes apropiadas para denunciar toda injusticia, para combatir toda opresión, para borrar toda frontera, para superar cuanto divide a los hombres, para propiciar el desarme... Amén”.
Francisco Baena Calvo. Sacerdote diocesano.
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