domingo, 21 de octubre de 2012

...sembrar el bien en la infancia y la juventud...





La fundadora de la Congregación de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza  la monja Carmen Sallés y Barangueras,  (Vic 1848-Madrid 1911), proclamada hoy santa por el papa Benedicto XVI, fue una mujer "llena de valor", como la definió Juan Pablo II, que consagró su vida a la formación de la mujer.


Próximamente una de las calles de Pozoblanco llevará su nombre.

Nacida en una familia muy religiosa y de mentalidad abierta, su  niñez y juventud estuvieron marcadas por sentimientos religiosos. Eran los años de las apariciones de Lourdes.
Carmen vivía una ferviente devoción a la Inmaculada y la joven no dudaba en responder a quienes ponían en duda la fe cristiana e incluso amenazaban con "hacer rodar cabezas" de cristianos.

Sus padres pensaron para ella el matrimonio e incluso le eligieron un esposo. En un principio aceptó, pero luego Carmen vio que sus proyectos no coincidían con los de sus progenitores.
Al final les convenció y entró en un noviciado de las religiosas Adoratrices, que acogían a jóvenes procedentes de la delincuencia y la prostitución para su reinserción en la sociedad.

Carmen decidió dedicar su vida a la ayuda y formación de la mujer, para que pudiera ocupar en la sociedad el lugar que le correspondía, en cualquier clase social en que se encontrase, en una época en la que mujer no era mayor de edad hasta los 27 años.
 Durante 22 años se dedicó a la educación y dirigió, centros para que los hijos de mujeres trabajadoras no estuvieran en la calle y para que aprendieran a leer las mujeres obreras.

Tras 22 años en la congregación y percatarse de que su horizonte espiritual era diferente y orientado no tanto a la reinserción social de las jóvenes "descarriadas", como a una labor educativa preventiva, ya desde la infancia, que impidiera que las futuras mujeres se apartaran de una vida virtuosa, abandonó la orden.

En 1892  Carmen y tres compañeras se establecieron en Burgos, donde fundó la Congregación de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza para poner en marcha el proyecto que ocupó toda su vida: la formación educativa y religiosa.

Para ello partió de la convicción de que era necesario educar a las jóvenes en la fe y apartarlas de la superstición o de otras doctrinas que ya comenzaban a propagarse en España, pensando no sólo en las futuras madres, sino también en la mujer trabajadora fuera del hogar.
Durante los años siguientes, fundó colegios y conventos en diferentes lugares de España, entre ellos en San Lorenzo del Escorial, Pozoblanco, Manzanares, Valdepeñas o Santa Cruz de Mudela.

Desde el primer momento insistió en la necesidad de que las futuras religiosas maestras tuviesen una buena preparación, por lo que las monjas estudiaban magisterio, piano e  idiomas.
En 1911 falleció en Madrid debido a un cáncer de hígado.

Fue beatificada en 1998 por Juan Pablo II, quien en la homilía de aquel día dijo que la misión de la ya santa en la Iglesia fue sembrar el bien en la infancia y la juventud, para preservarlas de los males que las acechaban, y dotar a la mujer de una cultura y capacitación profesional que le permitirá insertarse dignamente en la sociedad.

Según el papa Wojtyla, Sallés fue "una mujer llena de valor", que fundamentó su vida y su obra en Cristo y María.

Hoy, Benedicto XVI dijo que su obra educativa que está presentes en 16 países sigue dando abundantes frutos entre la juventud a través de la entrega generosa de sus hijas, que como ella, se encomiendan al Dios que todo lo puede.

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